Para los que ya sean líderes o pretendan serlo en un futuro, Randstad recomienda a todo trabajador creer firmemente en sus posibilidades y desarrollar ciertas habilidades.
En primer lugar, y como miembro clave del grupo, el líder debe comportarse como tal y transmitir un objetivo común al grupo. Para ello, ha de ser un buen comunicador. La comunicación debe ser fluida, transparente y honesta. Esta comunicación también ha de ser directa y respetuosa: los jefes autoritarios o déspotas no sólo no consiguen sacar lo mejor de sus colaboradores, sino que generan una relación de desconfianza a largo plazo y son peor valorados, apunta Randstad.
Un jefe de equipo también tiene que ser un gran motivador. Ha de transmitir la ilusión, una actitud positiva y una forma de trabajo. Al fin y al cabo, el mismo ha de dar ejemplo a sus compañeros.
La creatividad y la innovación han de ser dos pilares en su gestión. También ejercer de coach y saber los puntos fuertes y débiles de cada uno de los empleados, impulsando los primeros y reforzando los segundos.
Debe destacar por su actitud conciliadora, debe ser capaz de aprender de los demás y debe saber delegar cuando la situación lo requiera. Pero, también, debe ser resolutivo.